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Investigadores de la UPC y la UB proponen una denominación científica para los fenómenos de subida repentina y breve de la temperatura
Los investigadores Jordi Mazon y David Pino, de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación y Aeroespacial de Castelldefels (EETAC) de la UPC, y Mariano Barriendos, de la Universidad de Barcelona (UB), proponen, en un artículo publicado en la revista científica 'Natural Hazards and Earth System Sciences', llamar 'flash heats' a los episodios de subida de temperatura de duración inferior a dos días. La nueva denominación podría suponer cambios en los protocolos de actuación para la prevención de golpes de calor o incendios forestales, así como en la cobertura de los daños causados por estos fenómenos por parte de las compañías aseguradoras.
10/04/2014
href="https://saladepremsa2.upc.edu/es"" target="_blank">Departamento de Física Aplicada de la Universitat Politècnica de Catalunya · BarcelonaTech (UPC), y Mariano Barriendos, del Departamento de Historia Moderna de la UB, plantean llamar flash heats a los fenómenos de subida de temperatura, habitualmente acompañados de la bajada de la humedad, de más de dos horas y hasta dos días de duración. Actualmente, no existe un nombre científico reconocido para definir los episodios de temperatura anómala comprendidos en estos periodos de tiempo, aunque sí se reconoce la existencia del fenómeno.
Por una parte, la Organización Meteorológica Mundial identifica como heat wave —ola de calor, en castellano—, los periodos de temperatura anormalmente elevada de, al menos, 5°C superior a la media y de una duración de, como mínimo, dos días consecutivos y hasta varias semanas. Por otra parte, la American Meteorological Society define heat burst los episodios similares, pero de duración típicamente de pocos minutos, y excepcionalmente de hasta una o dos horas, como máximo.
Así pues, en el ámbito internacional, los organismos competentes identifican los fenómenos que forman parte de la microescala (los heat bursts) y los de la macroescala (los heat wave), pero no los de la mesoescala. En este contexto, los investigadores detectan una resolución temporal y espacial con condiciones de subida de la temperatura poco estudiada, aunque su identificación puede afectar en campos como la salud, la agricultura, el estudio del cambio climático o del consumo energético. La propuesta de los investigadores Jordi Mazon, David Pino y Mariano Barriendos es llamar flash heats a este tipo de episodios ya que no pueden ser considerados ni heat waves ni heat bursts.
En el caso de Grecia, se detectó una subida anómala de la temperatura de 12 horas de duración que alcanzó los 34°C de máxima durante la madrugada del 21 de marzo de 2008. Ambos casos se caracterizan por una subida de temperatura media de más de 5°C y por ser causados por el movimiento rápido de una dorsal de aire cálido del norte de África. Una dorsal es una prolongación de un anticiclón que se representa en un mapa sinóptico —la representación gráfica del campo de presión atmosférico— como una extensión de relieve isobárico en forma de lomo de asno, preferentemente hacia el lado polar de las altas presiones. La irrupción de la dorsal africana en la Península Ibérica conlleva la entrada de aire caliente y, consecuentemente, la subida de la temperatura.
Además de los movimientos de las dorsales, los flash heats pueden ser causados por un efecto Foehn marcado y persistente. El efecto consiste en un recalentamiento y secado del aire en la vertiente de sotavento de una cordillera, en condensar toda la humedad en la vertiente de barlovento. Tanto la incidencia de las dorsales como el efecto Foehn conllevan subidas de temperatura que, a menudo no superan las 48 horas de duración continuada y, por tanto, no pueden ser catalogadas como olas de calor (heat wave).
Asimismo, los autores analizan los posibles impactos en la agricultura, el consumo energético, el medio ambiente y la salud. En cuanto al medio ambiente y la salud, existe un riesgo real de que las elevadas subidas repentinas de temperatura inicien incendios forestales o tengan efectos en la salud, como los golpes de calor. Pero, si los episodios de calor no llegan a durar más dos días seguidos, no se pueden identificar como heat wave y, por tanto, no se activan protocolos de prevención de incendios ni se informa a la ciudadanía sobre las precauciones a adoptar hacia los posibles golpes de calor.
De la misma manera, los flash heats pueden tener efectos en el consumo energético o provocar daños en los cultivos, que podrían prevenirse con el reconocimiento y el estudio con mayor profundidad de estos períodos de calor. Además, estos daños no suelen estar cubiertos por las aseguradoras, ya que la póliza no incluye los flash heats dado que no están reconocidos por las organizaciones competentes. En la gran mayoría de los casos, se aseguran sólo los episodios catalogados como olas de calor.
Por una parte, la Organización Meteorológica Mundial identifica como heat wave —ola de calor, en castellano—, los periodos de temperatura anormalmente elevada de, al menos, 5°C superior a la media y de una duración de, como mínimo, dos días consecutivos y hasta varias semanas. Por otra parte, la American Meteorological Society define heat burst los episodios similares, pero de duración típicamente de pocos minutos, y excepcionalmente de hasta una o dos horas, como máximo.
Así pues, en el ámbito internacional, los organismos competentes identifican los fenómenos que forman parte de la microescala (los heat bursts) y los de la macroescala (los heat wave), pero no los de la mesoescala. En este contexto, los investigadores detectan una resolución temporal y espacial con condiciones de subida de la temperatura poco estudiada, aunque su identificación puede afectar en campos como la salud, la agricultura, el estudio del cambio climático o del consumo energético. La propuesta de los investigadores Jordi Mazon, David Pino y Mariano Barriendos es llamar flash heats a este tipo de episodios ya que no pueden ser considerados ni heat waves ni heat bursts.
Récord histórico de temperatura en Barcelona
La investigación se basa en el análisis instrumental y la simulación numérica a partir de los datos de temperatura y humedad tomadas en Barcelona el 27 de agosto de 2010, y en Heraklion (Creta, Grecia) el 21 de marzo de 2008. En el primer caso, Barcelona experimentó el récord histórico en 230 años (desde que hay registros) de temperatura máxima media y llegó a registrar 39,8 grados a nivel de mar. El episodio duró menos de 10 horas, siendo el pico central de unas 5 horas. El episodio se definió como ‘pequeña ola de calor’ a falta de una denominación específica para este fenómeno.En el caso de Grecia, se detectó una subida anómala de la temperatura de 12 horas de duración que alcanzó los 34°C de máxima durante la madrugada del 21 de marzo de 2008. Ambos casos se caracterizan por una subida de temperatura media de más de 5°C y por ser causados por el movimiento rápido de una dorsal de aire cálido del norte de África. Una dorsal es una prolongación de un anticiclón que se representa en un mapa sinóptico —la representación gráfica del campo de presión atmosférico— como una extensión de relieve isobárico en forma de lomo de asno, preferentemente hacia el lado polar de las altas presiones. La irrupción de la dorsal africana en la Península Ibérica conlleva la entrada de aire caliente y, consecuentemente, la subida de la temperatura.
Además de los movimientos de las dorsales, los flash heats pueden ser causados por un efecto Foehn marcado y persistente. El efecto consiste en un recalentamiento y secado del aire en la vertiente de sotavento de una cordillera, en condensar toda la humedad en la vertiente de barlovento. Tanto la incidencia de las dorsales como el efecto Foehn conllevan subidas de temperatura que, a menudo no superan las 48 horas de duración continuada y, por tanto, no pueden ser catalogadas como olas de calor (heat wave).
Efectos en el estudio del cambio climático
Discernir entre ola de calor y flash heat puede ayudar a afinar en el estudio del comportamiento atmosférico, en el análisis de la dinámica y la evolución del calentamiento global y, por tanto, en la investigación sobre el cambio climático.Asimismo, los autores analizan los posibles impactos en la agricultura, el consumo energético, el medio ambiente y la salud. En cuanto al medio ambiente y la salud, existe un riesgo real de que las elevadas subidas repentinas de temperatura inicien incendios forestales o tengan efectos en la salud, como los golpes de calor. Pero, si los episodios de calor no llegan a durar más dos días seguidos, no se pueden identificar como heat wave y, por tanto, no se activan protocolos de prevención de incendios ni se informa a la ciudadanía sobre las precauciones a adoptar hacia los posibles golpes de calor.
De la misma manera, los flash heats pueden tener efectos en el consumo energético o provocar daños en los cultivos, que podrían prevenirse con el reconocimiento y el estudio con mayor profundidad de estos períodos de calor. Además, estos daños no suelen estar cubiertos por las aseguradoras, ya que la póliza no incluye los flash heats dado que no están reconocidos por las organizaciones competentes. En la gran mayoría de los casos, se aseguran sólo los episodios catalogados como olas de calor.
Propuesta a la Organización Meteorológica Mundial
La investigación se ha publicado en el artículo Rapid and sudden advection of warm and dry air in the Mediterranean Basin en la revista de divulgación científica Natural Hazards and Earth System Sciences en febrero. Ahora, los investigadores propondrán la nueva definición a la Organización Meteorológica Mundial a través del Servicio Meteorológico de Cataluña y la Agencia Estatal de Meteorología.+ información:
Artículo publicado en Natural Hazards and Earth System Sciences, febrer de 2014. J. Mazon, D. Pino, and M. Barriendos. Rapid and sudden advection of warm and dry air in the Mediterranean Basin
Doi: 10.5194/nhess-14-235-2014 [PDF]
Artículo publicado en Natural Hazards and Earth System Sciences, febrer de 2014. J. Mazon, D. Pino, and M. Barriendos. Rapid and sudden advection of warm and dry air in the Mediterranean Basin
Doi: 10.5194/nhess-14-235-2014 [PDF]
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